miércoles, 24 de abril de 2013

Cristo vendra y nos llevará con El.

De los tres tiempos de la cronologia cristiana, el primero, como agua pasada que es, lo podemos maquillar, disfrazar, interpretar en base a una concepcion cientificia, y asi el Big bang parece que esta sin ninguna contradición con el relato bíblico de los siete dias terrestres. Y la verdad es que la diferencia es algo abultada, pero se da el mensaje de que la Creación bíblica está de alguna manera confirmada por la ciencia. El tiempo de la Encarnación entra en un acontecimiento histórico. Hacer de Jesús de Nazaret la plenitud de los tiempos tiene la desventaja de volver a hacer a la Tierra el centro de la Creación. Asi podemos evitar dar importancia al resto de las realidades posibles, incluyendo otros planetas, estrellas, galaxias, universos, bigbanes, etc, y por mas que estos nos superen nuestra vision precientifica en la que se apoya la afirmación bíblica, seguir empeñados en creer lo evidente de la revelación y la visión de nuestra fe. Y es que al final lo que prevalece es la revelación de Dios, que no es otra que Jesucristo. Y todo los marcos culturales, no son sino el sacramento visible del acontecimiento divino. Así la segunda venida, que al ser en clave de futuro requere esa fe inapenable que no le damos al acontecimiento de la creación, la podemos entender de la misma manera que esa creación de la que sabemos una cosa cierta, que estamos aqui porque, no en el bigbang, sino en este momento Dios nos esta creando, nos esta amando. Y al final, sea que Jesús viene en persona, de los cielos, solo beneficiaria e implicaria a unos millones que humanos de la Tierra de esa epoca, y la actitud de vigilancia que hace que todos los cristianos de todas las epocas, incluyendo a los ya muertos, les beneficia por igual, porque la muerte si que es segura y todos seremos probados de nuestra respuesta a la gracia en ese momento, y eso si es importante, no asi el establecer dogmas increibles como si poner nuestra fe en prueba hacia lo imposible o improbable fuera un valor añadido a la fe en el amor que nos tiene el Supremo amante.

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